
Los cambios que están propiciado la ruptura de la estacionalidad en la Costa Tropical
Opinión/ Francisco Trujillo, presidente de los Empresarios de Playas de Granada,
Nos encontramos en la recta final del mes de octubre, pero los termómetros se resisten a bajar de la franja que mantiene nuestras jornadas climatológicas entre los 25 y 30° durante las horas de sol, refrescando un poco después dejando noches aún muy cálidas. Esto promueve que las playas sigan recibiendo a mucha gente, especialmente los fines de semana, reafirmando que la Costa de Granada cada vez es más tropical.
En todos los municipios del litoral se vive lo que ya se conoce como el "veroño", algo mucho más notable en la zona de La Herradura, Almuñécar, Playa Granada en Motril, Salobreña y Calahonda, municipios dónde más turismo extranjero y residencial se queda a pasar el otoño y parte del invierno disfrutando del sol, la playa y todo lo que les ofrece este destino turístico tan diverso, ya conocido como “de experiencias y sensaciones”.
Ahora sí podemos afirmar que se ha roto la estacionalidad en la Costa Tropical. Antes, el periodo de vacaciones se enmarcaba del 1 de julio al 30 de agosto y a partir de ahí se producía la partida masiva de visitantes a sus destinos de origen. Después ya solo quedaba un turismo residual que se alargaba hasta mediados de septiembre y punto. Pero eso ya ha cambiado de forma palpable.
Es justo reconocer que esta ruptura de la estacionalidad no es mérito exclusivo nuestro. No es que los empresarios y profesionales hayamos hecho las cosas muy bien, que las campañas promocionales estén funcionando y que ahora demos un servicio diferente o mejor al que dábamos antes al turista que nos visitaba. Que sí es así.
Este cambio tiene muchísimos factores que lo han propiciado, algo que hemos estado notando desde hace ya varios años incluso antes de la pandemia, ya en 2019 y 19 se produjo un importante giro de deseos e intenciones del propio turista que visitaba la costa de Granada. Ya por el mes de junio comprobamos que la gente prefería meses en los que no hiciera demasiado calor y en los que no hubiera mucha saturación de personas, por lo que comenzaron a cambiar sus vacaciones adelantándolas a junio o posponiéndolas a septiembre.
Después llegó la pandemia y todo cambió. Llegó un turismo masivo de origen nacional que buscaba eso que antes mencionaba. Ya no solo era el sol, la playa, los chiringuitos, restaurantes y terrazas, querían disfrutar experiencias al aire libre, como si el encierro de la pandemia los hubiese asfixiado y asustado y necesitaran respirar.
A esto le debemos añadir que la climatología ha cambiado de forma drástica y ha movido la fecha de las vacaciones. La primavera se ha unido al verano y este al otoño por el aumento de las temperaturas. Ahora hay más periodo para elegir vacaciones, lo que permite que aquellos que no quieren los meses tradicionales de bullicio elijan otras fechas más calmadas, pero igual de cálidas para disfrutar.
Lógicamente, no hay que menospreciar la gran labor de las campañas promociones que venden nuestro destino como un lugar único en el sur de Europa porque han surtido efecto y tienen sus resultados positivos, pero al clima y la promoción hay que añadirle muchas más variables a nuestro favor como destino y como empresarios.
Hace poco más de 5 o 6 años se medía la ocupación de la Costa Tropical en función del lleno en las playas, el número de reservas en hoteles o de los comensales en chiringuitos, restaurantes o discotecas, que, dicho de paso, apenas quedan. Estos tres o cuatro datos servían para saber cuántos nos visitaban, de qué países y sus estancias. Ahora hay mucho que sumar.
La forma de hacer turismo se ha diversificado de tal manera que ya se reparte de una forma u otra a lo largo de todo el año. El turismo deportivo atrae a buceadores, cicloturistas o senderistas durante todo el año. El agroturístico también se concentra en periodos de temporada frutales; el turismo histórico recorre nuestro patrimonio en cualquier época del año y el residencial extranjero va y viene durante todo el invierno desde hace décadas.
Pero si algo ha marcado el giro después del aumento de la temperatura, es la inclusión en nuestras vidas de los “apartamentos turísticos” que han dado un salto de gigante a la hora de determinar el número de visitantes. Ahora, los locales que esperaban compradores para montar negocios se han convertido en apartamentos. Los pisos grandes de antigua construcción que esperaban ser alquilados durante todo el año, se han dividido en dos o tres pequeños espacios para recibir a visitantes, mayoritariamente jóvenes, que encuentran en 40 metros lo necesario para vivir durante días o semanas.
Los hoteles ya no tienen la exclusividad del alojamiento vacacional, el apartamento turístico se la ha arrebatado y tendremos que asumir que han llegado para quedarse. Aunque regularlos debidamente es aún un reto.
Pero no olvidemos que también ha cambiado la forma de elegir las vacaciones. Ahora se buscan experiencias diferentes, aventuras únicas y sensaciones con encanto.
Los empresarios que trabajamos en el sector turístico estamos en un buen momento, estamos viviendo un cambio que nos alegra, pero asusta porque nos sentimos un poco perdidos ante lo que pueda dar continuidad a tantos cambios.
Los que nos dedicamos a la restauración tenemos que readaptarnos, enriquecer nuestra oferta con nuestros sabores, con nuestra pesca, nuestros frutos y vegetales. Nos vemos obligados a experimentar y buscar la forma para que nuestra oferta siga siendo especial. Que nuestros productos sean de kilómetro cero. Que nuestros espacios tengan comodidad y encanto, que nuestro servicio sea profesional y amable. En resumen, tenemos que seguir trabajando como hasta ahora, pero teniendo claro que no podemos cometer errores si queremos apostar por la excelencia.
El turista es el cliente y quiere poder elegir entre lo mejor. Confiar en nuestros productos y en la forma de tratarlos y llevarlos a la mesa.
Los empresarios que tenemos nuestros negocios en las playas somos unos afortunados porque no hay un escenario mejor, pero también trabajamos muy duro. Siempre luchamos por la ruptura de la estacionalidad y ya podemos afirmar que casi la tenemos.
Ahora nos toca a nosotros y a las administraciones conseguir que esté todo en perfectas condiciones para que el que nos visite se enamore de la Costa Tropical, algo que es muy fácil si trabajamos unidos, coordinados y con la mirada puesta en este presente y en un futuro que esperamos sea esperanzador.