
La península Ibérica quedó aislada del mundo exterior y los españoles comprobamos nuestra vulnerabilidad ante una situación tan inesperada como sorprendente.
El Lunes 0 la península Ibérica quedó aislada del mundo exterior y los españoles comprobamos nuestra vulnerabilidad ante una situación tan inesperada como sorprendente. Llegamos a temer lo peor por no poder saber si vendría algo más después. Y es que, caer en elucubraciones maquiavélicas se hizo muy fácil desde la oscuridad y el silencio más absoluto.
Aquí estamos en el sur de Granada, y no sé vosotros, pero en nuestras casas los móviles e internet dejaron de existir en torno a las 5 de la tarde, regresando la conectividad pasada las 2 de la madrugada. Desde las 12.30h que comenzó todo, vivimos 14 horas pegados a las radios de pilas de toda la vida. Los grandes mecanismos de la era de la informática y la inteligencia artificial se apagaron por completo y solo ese pequeño transistor de la tienda del tito José nos mantuvo informados de casi nada porque nada se sabía y nada se sabe.
Nos dijeron cosas como que el sistema eléctrico peninsular sufrió un fallo energético múltiple que provocó un apagón generalizado en toda España y Portugal. Red Eléctrica informó de que el suministro comenzó a restablecerse progresivamente a partir de la tarde gracias a la producción autónoma y la interconexión con Francia y Marruecos, pero aquí, hasta las 2,40 de la madrugada ni grillos.
Hoy sabremos algo más, dejaremos de pensar que un submarino enemigo cortó los cables que nos unen con el resto del mundo. Nos tranquilizará saber que no fue una amenaza de Rusia al mundo y que eligió España por aquello de que pintamos poco.
Este martes hablaremos con una cerveza en la mano frivolizando sobre todo lo vivido el lunes del 0 energético. Un 28 de abril difícil de olvidar para todos, porque nos sentimos atacados por algo o alguien que desconocemos. Llámese fallo múltiple, sobrecarga energética, colapso de las energías renovables, negligencia de las eléctricas, una broma de Putin o Trump, o como se dice en mi pueblo cuando algo no tiene una explicación convincente: “Leche frita”.
Pero como, ante todo, somos muy humanos, recobraremos la serenidad sabiendo que nuestros hijos están bien y que de nuestras familias ninguno se quedó encerrado en un tren o sufrió las consecuencias del apagón en un hospital. ¡Pobres de los que vivieran ayer con esta situación añadida!
Y esperaremos explicaciones que no llegarán a tiempo o no nos convencerán. Pero nos quedaremos con el miedo en el cuerpo preguntándonos que será lo siguiente.
Ahora nos toca reflexionar sobre todo esto y salir a comprar una radio de pilas, un campin gas, que las vitros os han dejado a dieta de bocadillos, (a mi no porque soy de las antiguas y tengo ambas cosas). Baterías para móviles siempre cargadas, y velas, muchas velas.
Y por cierto, si tenéis un terrenillo dónde construirme un bunker acepto ofertas a buen precio.
Feliz día después del Día 0