Tres taxistas: Juan Pablo La Chica y Paco Gómez, de Motril, junto a Tomás Valero de Almuñécar, se han sumado al 'lazo morado' y lucen en sus vehículos cintas para que cualquier persona que se sienta en peligro sepa que encontrará socorro en sus taxis.
Son ya demasiados los casos de violencia de género, de agresiones a niños o ataques contra personas mayores los que cada día azotan a familias y pueblos enteros y la sociedad cada vez grita más alto contra este terrorismo ‘casero’ del que aumentan los casos. Pequeños gestos contra esta lacra no cuestan nada pero pueden ser de gran ayuda.
Así lo han pensado los taxistas Tomás Valero, de Almuñécar, y Juan Pablo La Chica y Paco Gómez, de Motril, quienes se han sumado a la iniciativa del ‘lazo morado’ contra la violencia de género.
Han atado a las antenas de sus vehículos y a los espejos retrovisores cintas de este color para que aquellas personas que se sientan en una situación de peligro los paren o los llamen y ellos acudirán en su ayuda. “No está sólo destinado a las mujeres sino también a personas mayores, niños y, por qué no, a hombres”, comenta Juan consciente, sin embargo, de que las mujeres son las más vulnerables a ser atacadas y necesitar ayuda.
Si te asustas, si te sientes perseguida o vives alguna situación de peligro no hay más que abrir la puerta de estos taxis y subir. Incluso los puedes llamar para que acudan a tu encuentro ya que estos profesionales han hecho público su nombre, su teléfono e, incluso, su cara, para que todo el mundo sepa que les tenderá una mano si lo necesitan.
“Soy padre de dos hijas y como trabajador de un servicio público sentía que tenía que poner algo de mi parte porque si mis hijas, mi hermana, mi madre necesitaran ayuda me gustaría que alguien estuviera ahí para prestársela”. Esta fue la principal razón que movió a Tomás Valero a unirse a una iniciativa que ya se había puesto en marcha en Motril. De momento, es el único taxi en Almuñécar que luce el lazo aunque asegura que ya ha habido compañeros que se han interesado.
Juan y Paco comparten el único taxi adaptado que hay en Motril y lo conducen dando servicio de integración a la sociedad desde hace más de diez años. Ese espíritu de servicio fue el que les llevó a copiar la idea de taxistas de otras ciudades. Si alguien acude a ellos toparán con una persona que les tranquilice, les ayude, hable con ella el tiempo que haga falta y, si se trata de un caso más grave, los llevará a la Jefatura Local o la Comisaría de Policía Nacional porque “nosotros no somos nadie para tomar cartas en el asunto”. Eso sí, lo harán sin cobrarle un céntimo de la carrera.
Paco ya ha sido protagonista de uno de estos casos y fue el detonante para que decidieran colgar el lazo morado. Una joven se subió al taxi en la avenida de Andalucía y, aunque su destino era la avenida de Salobreña, apenas 700 metros de trayecto, se sintió perseguida y se asustó por lo que decidió ir acompañada hasta el lugar. En su caso, cuenta el taxista, quiso pagar por el servicio. “También habrá que luchar contra la pillería de quien te quiera engañar pero a una persona que está asustada se le nota de verdad y si conversas con ella sabrás qué le ocurre y que hay que acudir a la Policía”, ha comentado Juan La Chica.
Por desgracia, la falta de conciencia aún reina en parte de la sociedad y algunos profesionales del taxi en Motril se ríen de la iniciativa de Juan y Paco cuestionando que puedan ser de utilidad pero “a palabras necias oídos sordos”, como dice el propio Juan quien también apunta que hay muchos compañeros que los apoyan.
“Se ha vivido un mes de enero que da miedo con cifras de violencia de género que se están disparando”, agrega Tomás esperanzado en que “ojalá no fueran necesarias estas campañas pero la realidad es la que es”.
Ojalá llegue el día en que nadie necesite buscar ese lazo morado pero, mientras tanto, habrá buenas personas como Tomás, Juan y Paco que hacen que se pueda mantener un poco de esperanza en esta sociedad.