Opinión/ "...Y el Hospital grande se comió al chico".
Dr. Antonio Fernández Pérez. Médico del Hospital de Motril y Vicepresidente del Sindicato Médico de Granada.
Mi vida profesional ha ido ligada al nacimiento, desarrollo, madurez y actual senectud del hospital donde trabajo, el Hospital de Motril.
En este momento servicios tan imprescindibles para el normal funcionamiento de un centro de este tipo como Urgencias, Anestesiología, Ginecología, Radiodiagnóstico, Hematología, Cardiología, etc. llevan meses al borde de colapso e incluso del “cierre técnico” y de esta situación no escapan el Hospital de Baza y otros muchos “hospitales chicos”, léase comarcales de nuestra Comunidad Autónoma.
Los hospitales chicos no olvidemos se enclavan en zonas de compleja atención sanitaria y no por ello durante muchos años se han desarrollado y alcanzado niveles de calidad y complejidad asistencial sino mejores, sí comparables al de muchos hospitales grandes, con listas de espera excelentes, resultados asistenciales magníficos y niveles de satisfacción de usuarios envidiables y todo ello contando con factores geográficos, de inversión, de promoción profesional y de configuración de plantillas de profesionales muy en su contra si se comparan con los grandes. Además mientras en las grandes poblaciones existe una red de asistencia privada hospitalaria que en caso de precisarse siempre está al quite, en las poblaciones pequeñas la asistencia hospitalaria es la que es: O su Hospital Comarcal o para Granada capital, a veces con mucha prisa.
Pues bien si estos hospitales chicos han funcionado como lo han hecho, ha sido siempre por la actitud de sana ambición de crecimiento de sus profesionales y a veces por la acertada implicación de sus equipos directivos.
¿Por qué pues estamos asistiendo desde hace unos años al progresivo pero inexorable deterioro del funcionamiento de estos Hospitales Comarcales? La novedad más significativa es la falta crónica de facultativos que erosionan severamente las plantillas de los servicios y por tanto de su actividad que es atender e intentar curar pacientes lo mejor y lo antes posible.
¿Pero por qué precisamente ahora faltan facultativos cuando hasta hace unos años, aunque siempre exiguas, más que menos las plantillas de facultativos en nuestros hospitales chicos eran suficientes? ¿Por qué facultativos con buenos contratos en hospitales chicos están renunciando a ellos a favor de peores nombramientos en los grandes o fuera de nuestra comunidad?
Veamos, en primer lugar la nefasta política de personal del SAS en la última década con años de contratos infumables (mes a mes, al 50% de jornada, etc.), jornadas laborables enormes -12 horas continuadas además de las guardias que hagan falta, normas de contratación que el propio SAS se salta a la torera, trato personal inadecuado o vejatorio- y todo ello regado con las retribuciones más bajas con diferencia de toda nuestra España y no digamos del resto de nuestra Europa. ¿Usted, facultativo joven y bien formado, no se iría a otra comunidad u otro país?
Pero esto, dirán, afecta a todos los hospitales. Sí, pero Granada es diferente y nuestro hecho diferencial es que aquí hemos tenido el privilegio de sufrir ese engendro de gestión sanitaria al más alto nivel que ha sido el “proces” de Fusión-Desfusión Hospitalaria. Este proceso que ha quedado claramente demostrado realmente era una tapadera para efectuar una drástica reducción de profesionales sanitarios en los hospitales de Granada capital, que de hecho se llevó a cabo con la fusión y sobre todo para los facultativos –muchos se quedaron en la calle y se buscaron su vida profesional en otras comunidades o países donde esto no ocurriera- se ha revertido con la Desfusión que se ha convertido en un auténtico agujero negro absorbiendo todos los facultativos que en su momento la Fusión expulsó. Y ahí es donde entran, o mejor salen, los hospitales chicos. Si hay pocos facultativos y los que hay se los llevan los hospitales grandes –y esto va a seguir pasando bastante tiempo más a tenor de lo que estamos viendo- asistiremos a una muerte anunciada de unos centros sanitarios que por su eficiencia, calidad y situación geográfica son imprescindibles y por ello se crearon.
Y para colmo volverán las oscuras golondrinas, este año negras como el carbón, en forma de verano en el que durante 3 meses nuestras costas se llenarán de ciudadanos que, no por estar en periodo vacacional dejaran de enfermar, y se encontrarán con el Hospital de Motril, y sobre todo sus Urgencias, bajo mínimos históricos en cuanto a personal facultativo con las consiguientes demoras y dificultades para su correcta atención a pesar del marcado sobre esfuerzo que, como en todos los veranos, estas personas realizarán.
Habrá algunos que tacharán este artículo de “alarmista”, de “generar alarma social”, otros, los que conocemos bien estos Hospitales Chicos (profesionales y pacientes), sabemos bien que no es así, está pasando, y sólo una adecuada política sanitaria, con mayúsculas, que priorice la atención, distribuya recursos, incentive a sus profesionales y los atraiga evitará que al final el Grande se coma al Chico.