Hablando con mujeres... jóvenes y empresarias de Motril
Son mujeres, son jóvenes y su carácter emprendedor las ha llevado a convertir su afición o su vocación en su modo de vida convirtiéndose en parte del tejido empresarial de Motril. Aseguran que la competencia en la ciudad es alta y todas coinciden en que “cuando trabajas en lo que te gusta lo haces con otro ánimo”. Ser dueñas de su propio negocio les ha reportado muchas alegrías aunque también preocupaciones y “demasiado papeleo”, algo por lo que instan a los responsables políticos a “facilitar” las cosas a quien quiera convertirse en pequeño empresario.
Infocostatropical ha hablado con ellas, ejemplo de mujeres del siglo XXI y parte de todas las que levantan cada día tanto el cierre de su negocio como la economía local y comarcal.
- Mary Torres, peluquera: “Mi madre quería que tuviera estudios pero yo tenía claro a lo que me quería dedicar”
Llegó a Motril por amor hace poco más de un año y en un tiempo récord se ha convertido en una de las empresarias que componen el tejido empresarial motrileño dirigiendo y trabajando en el Salón de Belleza Mary Torres cumpliendo, así, el sueño de su vida: “Por edad y por el momento era ahora o nunca”.
Charlando con Infocostatropical, ha asegurado que la decisión de convertirse en peluquera “chocó” un poco con su madre quien quería que tuviera estudios pero ella tenía claro a lo que se quería dedicar. Y así comenzó su formación con tan sólo 17 años en su pueblo natal, Mengíbar (Jaén) pasando por academias como el ISA Jaén Cuality Center de Linares o Castro Unisex. Tras su formación inicial continuó su trabajo como peluquera, el que le ha ocupado todo el tiempo de su vida laboral, “aunque realmente nunca debes dejar de formarte; las técnicas cambian, avanzan y hay que estar siempre al día”, ha explicado Mary Torres.
Llegó a Motril en marzo de 2015 para unirse al equipo de otra empresaria motrileña en Belleza 10 para, finalmente, abrir su propio negocio hace apenas cinco meses. Asegura sentirse “muy acogida” por la clientela que la ha arropado a pesar de llevar muy poco tiempo en la ciudad y que le han respondido ante la “valentía” de abrir su propia peluquería. El contacto directo con la gente es lo que más le llena de su trabajo así como compartir con las clientas momentos especiales de su vida: “Ver a una novia el día de su boda mientras le haces el recogido o le pones el velo, con sus nervios y su ilusión, es muy emocionante”.
No cambiaría nada de su carrera profesional porque “es vocacional, creo que no sabría hacer otra cosa” y, por ello, “me alegro de cada día, desde el primero en que abrí la puerta de mi negocio” aunque comparte la idea de que “es muy complicado, hay demasiado papeleo para poder tener un negocio propio”.
- Violeta Carvajal, esteticista: “Lo que más feliz me hace es que mis clientas me digan que se nota que disfruto con mi trabajo”
Se declara tímida pero dentro de su negocio se siente segura y es la dueña de todo. Así lo ha declarado Violeta Carvajal, una esteticista que con poco más de 30 años ha logrado colarse entre las empresarias más conocidas de la ciudad y se ha buscado un hueco entre las más queridas tanto por su profesionalidad como por su trato personal.
Superándose siempre a sí misma, comenzó su formación como esteticista con tan sólo 17 años y, tras pasar siete años trabajando en un salón de belleza un problema de salud la lanzó a montar su propio negocio y abrirse así hueco entre las empresarias motrileñas. La falta de espacio, y de miedo, la llevaron un año después a ampliar el negocio y ofrecer servicios como limpieza facial, depilación y otros exclusivos como Rayos UVA o maquillaje con aerógrafo, una técnica que domina y que le da el toque diferencial dentro de su mundo profesional en la ciudad.
Asegura que, ante todo, fue su vocación la que la llevó a dedicarse a lo que ahora le llena aunque no descarta que también hubiera “un punto de rebeldía de adolescente”, aunque nunca le ha faltado el apoyo de quien la rodea, empezando por su familia. “Las clientas, quienes me animaron a montar mi propio negocio, me dicen que se nota que me gusta mi trabajo y eso es lo que más feliz me hace”, ha declarado Violeta quien aún recuerda como su pasión por su profesión la animó a trabajar como recepcionista en un salón de belleza: “Yo sólo tenía que abrir la puerta y contestar el teléfono pero me encantaba mirar cómo trabajaba mi jefa”.
Aunque le cuesta encontrar algo malo de su trabajo apuesta por el intrusismo como el principal problema en la actualidad. Tanto los conocidos como ‘youtubers’ que dan lecciones o clases como quienes maquillan sin ser profesionales: “Es un mundo en constante movimiento, con nuevas técnicas y hay que conocer, sobre todo, que no todas las caras necesitan el mismo trabajo”.
La satisfacción de hacer que la gente se sienta mejor es lo que resalta de un profesión que llena todos sus días, sin quejas de horarios ni exceso de trabajo: “Hace poco una novia llego quejándose porque no le gustaba cómo le quedaba el recogido; cuando lo vio combinado con su maquillaje radiaba de felicidad”.
Mercedes Valera, sombrerera artesanal: “Cuando llevaba sombrero siendo más joven me decían que parecía extranjerilla por no llamarme excéntrica”
En su título pone ‘profesional artesana sombrerera’ y es una de las tres que hay en toda Andalucía. Lo logró tras dos años de estudio en Madrid y ahora su nombre resuena dentro de la sociedad motrileña que la está comenzando a tomar como referencia en el mundo de los tocados, las pamelas y los sombreros para fiestas y celebraciones.
- Mercedes Valera ha pasado su vida dedicada a trabajar, como ella misma afirma, en mundos tan dispares como la banca o el ‘software’ pero llegó un momento en que los derroteros personales la llevaron a decir “basta” y tomarse un tiempo para reflexionar y buscar un nuevo camino. Tras seis meses “dándole vueltas a la cabeza” comenzó su formación como sombrerera artesana ya que cree que “cualquier dedicación necesita una profesionalización” y todo este tiempo le ha llevado a convertirse en otro de los nombres fuertes de las empresarias motrileñas.
Si algo se puede destacar del trabajo de Mercedes es la elaboración. Una tela o una flor que finalmente acaba luciendo sobre la cabeza de una mujer pasa por moldes, tintes, planchas y un sinfín de aparatos especializados llegando a tardar más de tres días en acabar el trabajo. Esta exclusividad ha llevado a que su trabajo haya cruzado los mares hasta Miami o Londres, de la mano de mujeres que vieron su trabajo y no pudieron resistirse.
“En Motril hay poca filosofía de sombrero. Siendo más joven yo siempre llevaba uno y me decían que parecía extranjerilla, por no llamarme excéntrica”, cuenta Mercedes quien, tras su experiencia en el último año y medio asegura que la alta costura en sombrerería sigue estando lejos aún en Motril donde sí están recalando con mucha fuerza el tocado.
Mientras antes se combinaba bolso y zapatos, por ejemplo, ahora se da mucha importancia al tocado, haciendo de este adorno una de las partes importantes del traje, ha explicado Valera: “Quiero que la gente se vea y piense lo elegante que está y, sobre todo, se debe sentir cómoda”.
Alcanzando los 200 euros, en alta costura, los cristales y los Swarovski así como las flores pueden conformar un tocado que no alcance más allá de los 10 euros. Mercedes Valera se ha hecho un hueco en el empresariado más allá de Motril.
-Nuria Chamorro, propietaria de ‘El Rincón de Nuna’: “Tenía claro que acabaría teniendo una tienda porque me encanta la atención al público”
Un carácter resuelto debía acabar de cara al público y resolviendo entuertos relacionados con detalles de boda, de comunión o de cumpleaños. Así se puede resumir cómo Nuria Chamorro, con 29 años recién cumplidos, llegó a ser la propietaria del ‘Rincón de Nuna’, un espacio en el que se pueden encontrar abalorios personalizados, regalos y un sinfín de detalles.
“Sabía que acabaría teniendo un negocio porque me encanta la atención al público”, ha explicado Nuria quien, tras estudiar un Grado Superior de Informática y pasar por una frutería, una droguería o una librería hace casi tres años decidió embarcarse en el mundo del comercio aunque “es todo un reto porque los impuestos y las letras que hay que pagar suponen un gasto importante”.
Su capacidad para las manualidades le llevó a decantarse por los detalles de fiesta, los abalorios y demás bisutería original. A esto le añadió todo tipo de regalos pero, “siempre originales, que no se encuentren en cualquier tienda” aunque acepta que las pulseras personalizadas es algo que se está extendiendo rápidamente.
La organización de su trabajo es una de las claves de su éxito ya que “cuando acaban las comuniones comienzan las bodas y cuando estas decaen empieza la Navidad”. Y es que este mundo supone siempre un trabajo manual y constante que “aunque a veces dé la sensación de que va a poder contigo ofrece la satisfacción de ofrecer a la gente un detalle personalizado”.
El horario de un trabajo infinito se compensa con la satisfacción de ver a la gente alegre con tu trabajo”, ha continuado Nuria asegurando que siempre “hay que ofertar mucha variedad para llegar a más gente porque un mercado cerrado también cierra puertas de clientes”.
-Esther González, fotógrafa de T&G Imagen Digital: “Siempre tuve afición por la fotografía y sabía que lo acabaría convirtiendo en mi modo de vida”
Estudió como auxiliar de Farmacia y ha dedicado su vida al deporte llegando a ser monitora de tenis, fútbol y pádel pero sabía desde que apenas era una adolescente que la fotografía sería su modo de vida y así lo hizo hace ya tres años convirtiéndose en el 50 por ciento de la empresa T&G Imagen Digital junto a quien también es su pareja, Vicente Tamayo.
Fue con él, y fruto de la casualidad, como Esther comenzó a profesionalizar su afición a la fotografía y así pasar de estar a pie de los pasos de Semana Santa motrileña o de los grandes eventos deportivos de la ciudad a ser una de las fotógrafas referencia en bodas y comuniones, a ser la ‘jefa’, como cariñosamente la llaman las personas que se han ido incorporando a la empresa y que, por su carácter abierto, acaban convirtiéndose también en amigos.
Ha pasado de hacer cinco bodas en el primer año de creación de la empresa a llenar un año completo, con un evento cada fin de semana, un ritmo que, más allá de ser agotador, “engancha” porque “compartir con unos novios el día de su boda desde el minuto uno es mucho más que emocionante”, cuenta Esther sonriente y rememorando un no acabar de anécdotas que se viven en esos días tan especiales.
Con todo su trabajo se ha ganado la etiqueta de ‘Wedding Planner’ ya que su implicación desde la firma del contrato llega mucho más allá de simplemente hacer las fotografías y es algo que “le encanta” porque, además, “la competencia obliga a esta siempre al día, a innovar, a que se hable de tu trabajo”.
Esta es, sin duda, su marca diferenciadora del resto de fotógrafos: su implicación con los clientes a los que lo mismo pone el velo, el ramillete de la chaqueta o les hace el lazo del vestido. “Son días de muchos nervios y no puedes evitar contagiarte y querer estar junto a ellos todo lo que te dejen”.
El trabajo de postproducción “es lo más aburrido de todo” aunque ver el resultado final y entregarlo a los clientes vuelve a suponer una satisfacción tan grande que la “convence de que no se dedicaría a otra cosa” y, en el caso de volver atrás en el tiempo “volvería a hacer de la fotografía su trabajo” a pesar de que, como todas las demás han afirmado, los impuestos y los requisitos oficiales hacen que ser una empresaria y además joven sea todo un reto.
Ellas cinco son sólo un ejemplo de todas las mujeres que se han puesto el mundo por bandera y se han decidido a ser sus propias jefas, a formar parte del tejido empresarial cada vez más feminizado y, por lo tanto, cada vez más abierto, más variado y experimentado.